Vaya, qué despiste más tonto.
Es lo que tiene estar parado: uno se despista y le importa un bledillo de Güerva. Pero claro, al resto del mundo no.
Uno se empeña en pasarse la vida haciendo números, cálculos para llegar a fin de mes habiéndolo pagado todo y con alguna sobrilla pa zamparse un kebab con el novio y zas, de repente, el paro. No es que no lo esperara; de hecho, lo elegí yo. Llegué un día muy convencido a mi ex-oficina y le dije a mi ex-jefe que podía disponer de mi ex-mesa y mi ex-ordenador y mi ex-teléfono y metérselos por su ex-tremadamente ex-trecho culo.
Hala, otra vez a calcular. Voy a disponer de tanto al mes, puedo pagar el piso y los gastos, y comer, y el gym, y algún estipendio. Pero la primera en la frente: ya no cobro el día 1, sino el día 10, así que todos los cálculos bancarios a tomar por el orto. Ni una domiciliación llega a tiempo. Dos semanas después de cobrar, ¡zas!, el piso, y ahí se acabó lo que se daba. Y entre el día 1 y el 10, unos 30.000 recibos que mi banco, educadamente, devuelve sin pagar. Ayns.
De ahí el tema de esta entrada, que no es el paro, sino el impago. Y es que esta semana no he blogueado porque el martes, hábilmente, me habían cortado internet. Aggg, qué asquito para un parado. Estoy todo el puñetero día conectado. Y mira que me habían avisado, pero con el descoloque que tengo, que todos los meses tengo que actualizar la cartilla y ver lo que he pagado y lo que no, y ver cómo pago lo que no he pagado y tal y cual, pues con alguna historia me tenía que dar de bruces.
Pero ya está solucionado, ya estoy aquí de nuevo. ¡Ole!
Es lo que tiene estar parado: uno se despista y le importa un bledillo de Güerva. Pero claro, al resto del mundo no.
Uno se empeña en pasarse la vida haciendo números, cálculos para llegar a fin de mes habiéndolo pagado todo y con alguna sobrilla pa zamparse un kebab con el novio y zas, de repente, el paro. No es que no lo esperara; de hecho, lo elegí yo. Llegué un día muy convencido a mi ex-oficina y le dije a mi ex-jefe que podía disponer de mi ex-mesa y mi ex-ordenador y mi ex-teléfono y metérselos por su ex-tremadamente ex-trecho culo.
Hala, otra vez a calcular. Voy a disponer de tanto al mes, puedo pagar el piso y los gastos, y comer, y el gym, y algún estipendio. Pero la primera en la frente: ya no cobro el día 1, sino el día 10, así que todos los cálculos bancarios a tomar por el orto. Ni una domiciliación llega a tiempo. Dos semanas después de cobrar, ¡zas!, el piso, y ahí se acabó lo que se daba. Y entre el día 1 y el 10, unos 30.000 recibos que mi banco, educadamente, devuelve sin pagar. Ayns.
De ahí el tema de esta entrada, que no es el paro, sino el impago. Y es que esta semana no he blogueado porque el martes, hábilmente, me habían cortado internet. Aggg, qué asquito para un parado. Estoy todo el puñetero día conectado. Y mira que me habían avisado, pero con el descoloque que tengo, que todos los meses tengo que actualizar la cartilla y ver lo que he pagado y lo que no, y ver cómo pago lo que no he pagado y tal y cual, pues con alguna historia me tenía que dar de bruces.
Pero ya está solucionado, ya estoy aquí de nuevo. ¡Ole!
1 comentario:
Jo! pues ya estaba yo preguntandome...¿¿¿ande andará luisete???? Te hacía dando largos paseos por el retiro y tomandote cafeses en las terracitas...con eso del buen tiempo...
Bueno, paciencia y a ajustarse a los nuevos tiempos...menuda putada por cierto.
Muakas!!
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