jueves, 15 de marzo de 2007

Dignamente.

Inmaculada al fin ha muerto.
Después de diez años conectada a las máquinas que la mantenían viva, al fin se ha cumplido su deseo. Me alegro por ella, y también por sus personas queridas; descansarán todos en paz.
Eso sí, tuvieron que cambiarla de hospital, porque en el hospital católico donde estaba se negaban a desconectarla. También lo entiendo, son las leyes y normas de cada cual y ésto es algo completamente nuevo. Aunque estoy convencido de que tendrá que llegar un momento en que las leyes de un estado estén por encima de las leyes de una religión... no sé, es una cuestión peliaguda: nadie puede obligar a nadie a acabar con la vida de otra persona, por mucho que sea de esta manera. Lo único que pido es que en temas como la eutanasia, el aborto, el matrimonio gay, sencillamente deje de meterse. Tanto seas católico como no, no tienen derecho a elegir tu futuro.
El tema es que por fin se ha hecho. La mujer le ha dado las gracias a todos los que la han rodeado en estos diez años durante los cuales, para ella misma, ya estaba muerta.
Si algún día me convierto en un vegetal, por mucho que pueda hablar, sentir, pensar, estoy seguro de que pediré lo mismo. No me entra en la cabeza que haya que aguantar por huevos todo el sufrimiento que ese estado puede provocar durante tantísimo tiempo, tanto a ti mismo como a quienes te quieren.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también me alegro mucho por Inmaculada, no me gustaría estar en su situación. Qué mente enfermiza puede rechazar el derecho a morir con dignidad!!!