No haces otra cosa,
en el ojo del huracán,
sino emitir llamadas de socorro
que nadie puede escuchar.
En la enorme solemnidad del tubo que no te toca
flotas, indemne,
y esperas porque sabes lo que va a pasar.
No sirven de nada las oraciones
cuando la tranquilidad se diluye,
y lo esperado llega y,
aunque gritas, te entregas:
el huracán es más fuerte.
Ya sólo se oye el estruendo del desamor.
Cuántos demonios y cuánto dolor;
pierdes la cuenta.
Primero las ventanas, después el tejado,
las paredes, los suelos en que confiabas.
Quedan tuberías sólo, para llorar.
Más tubos;
éstos desnudos, fríos, innaturales:
lo único que se ve,
todo desahuciado, desalojado,
con un silencio tan pesado que oyes latir las verdades
que enterraste vivas en el sótano.
Ahora, la calma de la soledad.
Y ya sólo ves...
en el ojo del huracán,
sino emitir llamadas de socorro
que nadie puede escuchar.
En la enorme solemnidad del tubo que no te toca
flotas, indemne,
y esperas porque sabes lo que va a pasar.
No sirven de nada las oraciones
cuando la tranquilidad se diluye,
y lo esperado llega y,
aunque gritas, te entregas:
el huracán es más fuerte.
Ya sólo se oye el estruendo del desamor.
Cuántos demonios y cuánto dolor;
pierdes la cuenta.
Primero las ventanas, después el tejado,
las paredes, los suelos en que confiabas.
Quedan tuberías sólo, para llorar.
Más tubos;
éstos desnudos, fríos, innaturales:
lo único que se ve,
todo desahuciado, desalojado,
con un silencio tan pesado que oyes latir las verdades
que enterraste vivas en el sótano.
Ahora, la calma de la soledad.
Y ya sólo ves...
© LA RODERIKA BOOKS. Noviembre 2.004
2 comentarios:
Decirte que escribes muy bien, es repetirme, verdad??? ;)
Me gusta!
Eeeh no, no, no te repites. No te preocupes, dilo cuanto quieras! ;)
Publicar un comentario