Todo el mundo piensa que tengo una experiencia del copón.
Estoy hablando de sexo.
Quizá por la forma de hablar, porque no tengo pelos en la lengua (bueno, sólo de vez en cuándo). Quizá porque hablo del sexo como si fuera algo que realmente me gusta muchisísimo, o porque no me corto una miaja a la hora de hablar de las experiencias que he tenido, mis morbos, mis fantasías, o en pedirle a la gente que haga conmigo lo que me apetece hacer. No sé, hay un cúmulo de razones ahí para que mis amigos, así en general, piensen que durante toda mi vida he sido un putón verbenero.
Estoy hablando de sexo.
Quizá por la forma de hablar, porque no tengo pelos en la lengua (bueno, sólo de vez en cuándo). Quizá porque hablo del sexo como si fuera algo que realmente me gusta muchisísimo, o porque no me corto una miaja a la hora de hablar de las experiencias que he tenido, mis morbos, mis fantasías, o en pedirle a la gente que haga conmigo lo que me apetece hacer. No sé, hay un cúmulo de razones ahí para que mis amigos, así en general, piensen que durante toda mi vida he sido un putón verbenero.
O dicho de una manera que no me suene tan mal a mí mismo:
Elijo con sumo cuidado a los hombres que se merecen un polvo conmigo.
Ya en los albores de mi bloguerismo, allá por mis tiempos de msn.spaces, tuve mis más y mis menos con todo aquel que me leyera porque en una entrada se me ocurrió contar una anécdota jocosa (que no voy a contar de nuevo, pordiosyporlavirgendelosremakes) de la que lo único que quedaba claro es que durante un año había follado con más de 100 hombres. Lo peor de todo: no sabía especificar si ese más significaba 102 o 302.
Bueno, coño, todo el mundo ha tenido una juventud desenfrenada, ¿no?
Vale, no. Lo sé. Pero no me arrepiento de nada. Tuve un año desenfrenado y un par de años más ligeramente salidorros, pero quitando aquellos 3, mi concepto del sexo -del buen sexo- se ha mantenido inalterable a lo largo de los años.
Y es que un rapidito, un aquí te pillo aquí te mato, un polvo con alguien a quien no conozco de nada, no me gustan. Así de claro. Sí, soy gay y no me gusta el sexo fácil, ¿pasa algo?
Aquellos años frenéticos fueron los de mi descubrimiento del ambiente gay. Los locales de ligue con cuarto oscuro, los locales de copas con cuarto oscuro, las saunas, los sex-shops con cabinas, los cines X, el cruising (el pafeto y la calle, cualquiera de ambos me valía) me abrieron un mundo que ni se me había pasado por la imaginación que existiera. Y tenía unos años, y unas hormonas, y un cuerpo. Me resultaba fácil ligar con quien me propusiera y saciar la sed de todo aquel que se me pusiera a tiro y la mía propia. Es más, resultaba difícil salir de aquel torbellino de culos, bocas, pollas, que te absorbe con una fuerza brutal.
Pero llegó un momento en que empecé a tener problemas.
Sí, esos problemas.
Siempre hice todo lo posible por disfrutar del sexo y hacer disfrutar a quien estuviera conmigo, pero llegó un momento en que aquello se repetía tanto y terminaba siempre de tal manera que ya no me ponía. Echar un polvo y largarte corriendo a veces te deja muy mal sabor de boca (no, no hablo de ese sabor, zorras). Terminar y darte cuenta de que el tío con el que estás es un cepellón de ortiga tampoco ayuda. Acabar, encenderse el cigarrito y encenderse otro cigarrito porque la conversación brilla por su ausencia ayuda menos aún. Y ligar -finalmente, el quid de la cuestión- con alguien que te da menos morbo que el sobaco de un lagarto, te hace replantearte las cosas.
En mi caso, fue un camionero. Enooorrrme. Medía casi 1,90 y puedo asegurar que pesaba más de 100 kilos. Masa muscular intimidante, más vello que toda la familia adoptiva de Tarzán, un vozarrón cazallero impresionante... y totalmente pasivorro. Vamos, para mí en aquel entonces, la noche perfecta. Pero, ah!migo, aquel pedazo de berraco tenía aficiones ocultas. En el mejor momento, cuando ya llevaba un rato explorando su interior a golpes de cadera, me cogió de la nuca para acercarme todo lo que pudo a su cara y me berreó al oído: "¡¡Pégame!!"
...
No le levanté una ceja, que es mi gesto favorito para dejar bien clara mi incredulidad, porque cuando doy por culo a alguien me tira de la sisa. Pero me quedé con las ganas. Aquel pedazo de hombretón había dado en plena diana de mi anti-morbo. Y encima, había puesto voz de cabaretera para hacerlo.
Como me seguía tirando la sisa, me dió por reirme. Y me reí, y me reí. Y el poste de empalar también se rió y se rió, hasta convertirse en la salchichilla que suelo llevar a la oficina. Juro que no oí el "flop", pero debió sonar de lo más cómico.
Por supuesto el camionero cogió el cesto de las chufas y se largó de muy mal humor. Pero yo me quedé sonriente y sudoroso en la cama, donde terminé solito, para llegar a la conclusión de que más valen 1.000 buenas pajas que un mal polvo.
Así que ya no ligo con cualquiera. Lo cual significa que tampoco follo con cualquiera. Y ésto ocurrió hace muuuucho muuuucho tiempo en una galaxia muyyy... perdón, me voy del tema. Vamos, que no soy tan puta como la gente se piensa. No follo a diestro y siniestro por estos mundos de Yuppie. Que soy un puto estrecho, coño. Me resultaría fácil hacerlo: no estoy mal del todo, tengo buena conversación y soy divertido. Mi apariencia, no sé por qué, siempre ha atraído sexualmente; quizá por mi mirada de miope, quizá porque simplemente miro que es algo que mucha gente no se atreve a hacer. Quizá porque hablo, que es otra cosa que mucha gente no se digna a hacer.
Pero no. Si echo un polvo, prefiero asegurarme de que va a ser glorioso, después va a haber conversación y ninguno de los dos va a salir despavorido. Y si es posible, repetir.
Vamos, que sumándole a todo ello el punto 1 de mis "MadRod oculto" follo menos que Miss Universo en un crucero gay.
Elijo con sumo cuidado a los hombres que se merecen un polvo conmigo.
Ya en los albores de mi bloguerismo, allá por mis tiempos de msn.spaces, tuve mis más y mis menos con todo aquel que me leyera porque en una entrada se me ocurrió contar una anécdota jocosa (que no voy a contar de nuevo, pordiosyporlavirgendelosremakes) de la que lo único que quedaba claro es que durante un año había follado con más de 100 hombres. Lo peor de todo: no sabía especificar si ese más significaba 102 o 302.
Bueno, coño, todo el mundo ha tenido una juventud desenfrenada, ¿no?
Vale, no. Lo sé. Pero no me arrepiento de nada. Tuve un año desenfrenado y un par de años más ligeramente salidorros, pero quitando aquellos 3, mi concepto del sexo -del buen sexo- se ha mantenido inalterable a lo largo de los años.
Y es que un rapidito, un aquí te pillo aquí te mato, un polvo con alguien a quien no conozco de nada, no me gustan. Así de claro. Sí, soy gay y no me gusta el sexo fácil, ¿pasa algo?
Aquellos años frenéticos fueron los de mi descubrimiento del ambiente gay. Los locales de ligue con cuarto oscuro, los locales de copas con cuarto oscuro, las saunas, los sex-shops con cabinas, los cines X, el cruising (el pafeto y la calle, cualquiera de ambos me valía) me abrieron un mundo que ni se me había pasado por la imaginación que existiera. Y tenía unos años, y unas hormonas, y un cuerpo. Me resultaba fácil ligar con quien me propusiera y saciar la sed de todo aquel que se me pusiera a tiro y la mía propia. Es más, resultaba difícil salir de aquel torbellino de culos, bocas, pollas, que te absorbe con una fuerza brutal.
Pero llegó un momento en que empecé a tener problemas.
Sí, esos problemas.
Siempre hice todo lo posible por disfrutar del sexo y hacer disfrutar a quien estuviera conmigo, pero llegó un momento en que aquello se repetía tanto y terminaba siempre de tal manera que ya no me ponía. Echar un polvo y largarte corriendo a veces te deja muy mal sabor de boca (no, no hablo de ese sabor, zorras). Terminar y darte cuenta de que el tío con el que estás es un cepellón de ortiga tampoco ayuda. Acabar, encenderse el cigarrito y encenderse otro cigarrito porque la conversación brilla por su ausencia ayuda menos aún. Y ligar -finalmente, el quid de la cuestión- con alguien que te da menos morbo que el sobaco de un lagarto, te hace replantearte las cosas.
En mi caso, fue un camionero. Enooorrrme. Medía casi 1,90 y puedo asegurar que pesaba más de 100 kilos. Masa muscular intimidante, más vello que toda la familia adoptiva de Tarzán, un vozarrón cazallero impresionante... y totalmente pasivorro. Vamos, para mí en aquel entonces, la noche perfecta. Pero, ah!migo, aquel pedazo de berraco tenía aficiones ocultas. En el mejor momento, cuando ya llevaba un rato explorando su interior a golpes de cadera, me cogió de la nuca para acercarme todo lo que pudo a su cara y me berreó al oído: "¡¡Pégame!!"
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No le levanté una ceja, que es mi gesto favorito para dejar bien clara mi incredulidad, porque cuando doy por culo a alguien me tira de la sisa. Pero me quedé con las ganas. Aquel pedazo de hombretón había dado en plena diana de mi anti-morbo. Y encima, había puesto voz de cabaretera para hacerlo.
Como me seguía tirando la sisa, me dió por reirme. Y me reí, y me reí. Y el poste de empalar también se rió y se rió, hasta convertirse en la salchichilla que suelo llevar a la oficina. Juro que no oí el "flop", pero debió sonar de lo más cómico.
Por supuesto el camionero cogió el cesto de las chufas y se largó de muy mal humor. Pero yo me quedé sonriente y sudoroso en la cama, donde terminé solito, para llegar a la conclusión de que más valen 1.000 buenas pajas que un mal polvo.
Así que ya no ligo con cualquiera. Lo cual significa que tampoco follo con cualquiera. Y ésto ocurrió hace muuuucho muuuucho tiempo en una galaxia muyyy... perdón, me voy del tema. Vamos, que no soy tan puta como la gente se piensa. No follo a diestro y siniestro por estos mundos de Yuppie. Que soy un puto estrecho, coño. Me resultaría fácil hacerlo: no estoy mal del todo, tengo buena conversación y soy divertido. Mi apariencia, no sé por qué, siempre ha atraído sexualmente; quizá por mi mirada de miope, quizá porque simplemente miro que es algo que mucha gente no se atreve a hacer. Quizá porque hablo, que es otra cosa que mucha gente no se digna a hacer.
Pero no. Si echo un polvo, prefiero asegurarme de que va a ser glorioso, después va a haber conversación y ninguno de los dos va a salir despavorido. Y si es posible, repetir.
Vamos, que sumándole a todo ello el punto 1 de mis "MadRod oculto" follo menos que Miss Universo en un crucero gay.
4 comentarios:
No se yo si Miss Universo no follaria en un crucero gay, con lo que se pone la gente igual la confunden con algun presentador de television y tal...
Pues no se, nen, a mi esas cosas no me preocupan, he tenido epocas, y cuando me apetece follar con alguien, follo. El caso es ese, que cuando me apetezca. No por orden legislativa o moral-ambiental alguna. E hijo apetecer apetecer desde abril a esta parte, pero apetecer "con alguien" , no el hecho fisico... pues ná. Y sigo tan feliz, tan rubio y tan fantástico jejejeje :P
Está bien que pongas en claro ciertas cosas, para que tus amig@s te conozcan mejor.-)))
En mi caso, tengo muchos momentos de salidez, pero como tu dices, eso no duele ni nada. Y tambien me niego a echar un polvo rapido con un desconocido. Prefiero uno lento y con conocido .-))
Espero que encuentres a esa persona que despues de los polvos, no se largue corriendo. Un beso.
Siempre he deseado ser tío, por el tema de que todo es más fácil para vosotros....
Ejem.: Mear en la calle
Y ahora no sólo quiero ser tío, sino que quiero ser gay.
Una mujer hetero no se puede plantear ni el 1% de lo que aquí expones. Primero, porque nos educan de tal manera que el sexo es tabú y eso acarrea problemas en tu vida chechual....Segundo porque la sociedad no está "preparada" para que una mujer se acueste en un año con tantos tíos, ya sabéis...que si puta, que si guarra, que si...que si.... Y tercero, por todo lo demás....
El día que en tu space de MSN contaste lo del camionero, recuerdo que me reí como una posesa, imaginandome el momento....Es que tela con las fantasías de algunos!!! jajaja!
Jose, hijo, por mucho que bebas y te marees en un barco no sé yo si se puede confundir a Amparo Muñoz con Boris Izaguirre... Y no me preocupa, simplemente, soy así y así lo hemos contado! :)
Klimmito: haces muy bien, jomío. Las cosas despacio y con buena letra!
Isi: no te confundas amorl, que a nosotros no nos educan de una forma muy diferente que digamos. Y no sabes lo que cuesta, el sentimiento de culpa, la vergüenza, la confusión, que generaba (al menos hace años, ahora sí que crecen con una idea algo diferente) el desear a otro tío. Ni te imaginas el asco que me da oler meados en la calle. Supongo que en realidad quieres decir que siempre has querido ser tío y además heteroplano. ¿Diferencias? ¡Todas! ¿Crees que a un gay le educan para pensar que el sexo gay no es tabú? ¿Crees que la sociedad está preparada para que los gays se acuesten al año con OTRO tío? A tu puta y guarra en nuestro caso se le une "maricona". El que tengamos huevos para hacer lo que realmente deseamos no tiene nada que ver...
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