Hoy ha sido uno de esos días raros en que ves cosas raras y te sientes raro por... lo normales que son las cosas raras. Entendedme, no es que haya visto a nadie volando en escoba ni nada semejante. Es que, quizá, hoy me he fijado algo más en la gente.
He visto a un montón de rubios (en grupo, en taxi, solos, con sus novias, con los amigotes...) hooligans todos en falda escocesa. Que no habría pasado de ahí el tema si no fuera porque me han hecho llegar a casa con los ojos a la altura de los pezones. No, de los suyos no, de los míos. En sus pezones no me he fijado, pero en sus piernas si. Madre. ¿Qué les dan de comer en Aberdeen? Ayns... Qué malito.
He visto 2 contenedores y medio de reciclaje quemados. Ya se olían desde la plaza de Benavente, y están a la altura del Frontón Madrid (quien no conozca Madrid... eeehm, pues que se lo imagine, coñe). Tampoco lo raro ha sido verlos, de hecho papeleras quemadas aún se ve alguna que otra. La cuestión ha sido ver la marca que ha dejado el fuego en el edificio Frontón. Tres pisos con una enorme mancha negra que me ha producido un escalofrío tremendo al pensar que éso podría pasar cualquier día en mi casa. Ayns... qué angustia.
He visto a dos señores ya entraditos en años y que no se conocían de nada contándose su vida con pelos y señales en un bar. Vale, hasta ahí bien, son cosas que te pasan de vez en cuando con un completo desconocido, por ejemplo, en la consulta del dentista: la cuestión de los nervios. O en la cola del hiper, con la desesperación de que se te van a quedar secas las alcachofas que encima quemadas huelen a rayos y tú haciendo cola. Claro que éso no es raro. Lo raro es que a mí me apeteciera meterme en la conversación, decirles que yo también recordaba cuando más allá del barrio donde crecí sólo había campo, y que también recordaba cuando por Preciados pasaban coches, y que también recordaba los autobuses azules partidos en dos con el señor que vendía los billetes en la puerta de atrás, y que también recordaba cuando entre Madrid y Alcobendas lo único que había era La Moraleja y un montón de kilómetros de carretera nacional, y que también recordaba la carta de ajuste y los dos rombos con los que mis padres me echaban del salón y... yo qué sé. Más que raro me he sentido viejo. Pero también raro al querer compartir todo éso con ese par de desconocidos mucho mayores que yo. Ayns... qué descoloque.
He visto a un grupo de extranjeros tomando café en el Café & Té (la última vez que voy, lo juro, qué bazofia de sitio) intentando entenderse como podían. Cada uno era de un país diferente, supongo que un grupo de estudiantes de español para extranjeros de CCC o algo así. Lo raro no eran ellos en sí, por supuesto, sino que otros dos extranjeros sentados a mi lado les estuvieran poniendo a parir. Ninguno de nosotros tres sabíamos, por supuesto, los orígenes de ninguno y, en serio, no entiendo por qué estos dos les han puesto a caer de un burro en un momento. Y más raro aún ha sido que en un momento dado una de las chicas del grupo ha mirado hacia atrás y ha preguntado en alto: ¿de dónde eres? y uno de los de la mesa de al lado ha respondido: de %"·@#~~ (por poner algo, ni le he entendido ni ganas...) a lo que ella ha exclamado: ·"$"% @#~@ )%$(= !!!!. Se han levantado, se han dado un par de besos, se han reído mucho. Ayns... qué desquicie.
He visto a una señora que ha salido a un balcón con una escoba y una alfombrilla y se ha puesto a sacudirla como si le fuera la vida en ello. De pronto, tan sólo tras 8 ó 9 golpes, se ha quedado parada, con la escoba en alto, como pensando si la alfombrilla se merecía otro golpe más o no. Y así se ha quedado hasta que he torcido la esquina. Lo raro no ha sido que alguien a estas alturas sacuda una alfombrilla en un balcón, o que la señora se haya flipado. Lo raro ha sido que había alguien que la estaba observando. Ayns... qué sorpresivo.
Nos miramos muy poco unos a otros. Cada vez menos. Cada día somos más torvos, más hostiles, observamos y escuchamos menos a quienes nos rodean. Me da pena, porque días raros como éste son cada vez más... raros.
He visto a un montón de rubios (en grupo, en taxi, solos, con sus novias, con los amigotes...) hooligans todos en falda escocesa. Que no habría pasado de ahí el tema si no fuera porque me han hecho llegar a casa con los ojos a la altura de los pezones. No, de los suyos no, de los míos. En sus pezones no me he fijado, pero en sus piernas si. Madre. ¿Qué les dan de comer en Aberdeen? Ayns... Qué malito.
He visto 2 contenedores y medio de reciclaje quemados. Ya se olían desde la plaza de Benavente, y están a la altura del Frontón Madrid (quien no conozca Madrid... eeehm, pues que se lo imagine, coñe). Tampoco lo raro ha sido verlos, de hecho papeleras quemadas aún se ve alguna que otra. La cuestión ha sido ver la marca que ha dejado el fuego en el edificio Frontón. Tres pisos con una enorme mancha negra que me ha producido un escalofrío tremendo al pensar que éso podría pasar cualquier día en mi casa. Ayns... qué angustia.
He visto a dos señores ya entraditos en años y que no se conocían de nada contándose su vida con pelos y señales en un bar. Vale, hasta ahí bien, son cosas que te pasan de vez en cuando con un completo desconocido, por ejemplo, en la consulta del dentista: la cuestión de los nervios. O en la cola del hiper, con la desesperación de que se te van a quedar secas las alcachofas que encima quemadas huelen a rayos y tú haciendo cola. Claro que éso no es raro. Lo raro es que a mí me apeteciera meterme en la conversación, decirles que yo también recordaba cuando más allá del barrio donde crecí sólo había campo, y que también recordaba cuando por Preciados pasaban coches, y que también recordaba los autobuses azules partidos en dos con el señor que vendía los billetes en la puerta de atrás, y que también recordaba cuando entre Madrid y Alcobendas lo único que había era La Moraleja y un montón de kilómetros de carretera nacional, y que también recordaba la carta de ajuste y los dos rombos con los que mis padres me echaban del salón y... yo qué sé. Más que raro me he sentido viejo. Pero también raro al querer compartir todo éso con ese par de desconocidos mucho mayores que yo. Ayns... qué descoloque.
He visto a un grupo de extranjeros tomando café en el Café & Té (la última vez que voy, lo juro, qué bazofia de sitio) intentando entenderse como podían. Cada uno era de un país diferente, supongo que un grupo de estudiantes de español para extranjeros de CCC o algo así. Lo raro no eran ellos en sí, por supuesto, sino que otros dos extranjeros sentados a mi lado les estuvieran poniendo a parir. Ninguno de nosotros tres sabíamos, por supuesto, los orígenes de ninguno y, en serio, no entiendo por qué estos dos les han puesto a caer de un burro en un momento. Y más raro aún ha sido que en un momento dado una de las chicas del grupo ha mirado hacia atrás y ha preguntado en alto: ¿de dónde eres? y uno de los de la mesa de al lado ha respondido: de %"·@#~~ (por poner algo, ni le he entendido ni ganas...) a lo que ella ha exclamado: ·"$"% @#~@ )%$(= !!!!. Se han levantado, se han dado un par de besos, se han reído mucho. Ayns... qué desquicie.
He visto a una señora que ha salido a un balcón con una escoba y una alfombrilla y se ha puesto a sacudirla como si le fuera la vida en ello. De pronto, tan sólo tras 8 ó 9 golpes, se ha quedado parada, con la escoba en alto, como pensando si la alfombrilla se merecía otro golpe más o no. Y así se ha quedado hasta que he torcido la esquina. Lo raro no ha sido que alguien a estas alturas sacuda una alfombrilla en un balcón, o que la señora se haya flipado. Lo raro ha sido que había alguien que la estaba observando. Ayns... qué sorpresivo.
Nos miramos muy poco unos a otros. Cada vez menos. Cada día somos más torvos, más hostiles, observamos y escuchamos menos a quienes nos rodean. Me da pena, porque días raros como éste son cada vez más... raros.
5 comentarios:
Creo que ya lo he comentado en alguna que otra ocasión...A mi me gusta observar a la gente e imaginarme sus vidas....y ahí es cuando me digo.."joder Isa, qué imaginación tienes y que malgastada está".
Me relaja hacerlo (lo de mirar e imaginar, aunque lo otro me relaja más aún!)
Besitos!
Tienes mucha razón, cada día estamos más solos, los unos con los otros... En plena época de los medios de comunicación... resulta todo como bien dices, RARO...
que de razon tienes... y que de importantes son las miradas y el mirarse. Deberiamos mirarnos mas, observarnos mas... el mundo seria menos agridulce
Peter
La verdad que tienes razón, tenemos que mirarnos más unos a otros e intentar comprendernos, eso es lo importante.
Y otra confesión, yo hago como Isi y me imagino porque esa persona está haciendo eso, o porque ha llegado a ese momento.
Joé, voy a aprovechar este momento de fanatismo colectivo y me voy a presentar a alcalde, que lo mismo suena la flauta...
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