martes, 8 de julio de 2008

MadRod oculto, 12

Como casi siempre que leo a Jose me han entrado ganas de escribir.
Hace unos diez años tuve un accidente de coche. Ya antes les tenía miedo a los coches. De hecho, a pesar de haber tenido el dinero y la oportunidad varias veces, nunca me he sacado el carné de conducir. Digo que por comodidad, porque vivo en el centro y no me hace falta, porque es un despilfarro, blablabla. Pero en realidad es por miedo.
Nos íbamos de vacaciones, mi ex, Joaquín, y yo. Lo único que el pobre muchacho hizo fue moverse un poco para coger una lata de CocaCola, y como no estaba acostumbrado a la dirección asistida, se le fue el volante a 50 kilómetros por hora, lo peor con un coche con dirección asistida. Nos salimos de la carretera poco después de salir de Toledo. Era de noche (no recuerdo por qué habíamos salido tan tarde de Madrid para ir nada menos que a Los Caños de Meca, vamos, el quinto pino). El coche dio una vuelta y volaron cristales (de seguridad) por todas partes. Otra media vuelta y el techo se aplastó contra nosotros. Otra media vuelta y se paró. Mientras tanto, lo único que pude decir fue un "¡Dios!" a voz en grito mientras intentaba agarrarme a algún sitio. El respaldo de mi asiento se partió y salí lanzado al asiento de atrás, de modo que cuando el coche paró, yo no estaba a su lado: Joaquín comenzó a gritar mi nombre como poseso. Yo le decía "estoy bien, estoy bien"...
Salí por una ventana, ayudado por gente que había sentada en una terraza de carretera, supongo que un motel o algo así. El coche se había quedado parado a unos metros de una gasolinera, y los que habían visto el accidente desde el otro lado habían esperado que chocáramos contra ella y todo estallara en pedazos. Cuando por fin Joaquín vio que estaba sano y salvo, se desmayó, supongo que de los nervios.
Nos llevaron en ambulancia a Toledo. Nos atendieron de pena en urgencias: una radiografía de hombro, un collarín, y a casa. El coche -un enorme Xantia nuevecito, afortunadamente de alquiler- había quedado siniestro total. Tan mal nos atendieron que hasta que no salí del hospital no me di cuenta de que llevaba decenas de cristalitos clavados en la espalda.
Ni 300 fotos de mi vida en 12 segundos eternos, ni familiares, ni amigos, ni nada. Nada. No pensé en nada, ni bueno ni malo, ni vi ninguna imagen, ni tuve ningún recuerdo. Sólo pánico, y blanco. No: negro. Todo negro. Y un único grito de un ateo, un larguísimo "¡Dios!" que supongo que me ha inculcado mi cultura judeo-cristiana.
Ni catarsis, ni fortalecimiento posterior, ni pensar en remodelar mi vida, ni hacer amigos nuevos, ni nada de nada. Me pregunto muchas veces si tengo algo dentro, si soy diferente al resto de personas que han tenido una experiencia en que creyeron que iban a morir y dicen que toda su vida pasó en unos segundos por su cabeza. Y la respuesta es que constantemente me pregunto qué le pasaría por la cabeza a Juan Carlos cuando tuvo el accidente de coche. Quiero saber si sufrió, si recordó lo bueno y lo malo, si tuvo miedo, si le dolió, y deseo -aún después de tanto tiempo, aunque sólo sirva para sofronizarme durante unos minutos- que todo fuera tan rápido que no tuviera tiempo ni de coger aire.
Nota: cuando un bloguero escribe una entrada de este tipo, siempre da la impresión de que hay que decirle cuánto lo sentimos, qué tremenda ha sido su vida y que esperamos que sepa que cuenta con nosotros. No me digais todo éso, porque afortunadamente lo sé. Los amigos me quereis, y así lo siento, y no creo que la intención de ningún bloguero (ni la mía aquí, desde luego) sea levantar la compasión de los no-tan-amigos. Sí que me gustaría, en cambio, que dejarais vuestra opinión sobre el tema, o que si habeis tenido una experiencia similar, nos conteis qué se os pasó por la cebolla en ese momento.
Muaks! Rewapos!

16 comentarios:

Unknown dijo...

Y todo eso solo a 50 kms/h??? Qué barbaridad ...

Yo tuve un accidente (gracias a dios iba solo) pero no llegó a ser tan grave. Volvía del campo de mi novia, porque tenía una actuación con el coro, un sábado después de comer (con aperitivo incluído). Obviamente había bebido algo, aunque no iba borracho. Al salir de una curva que cogí demasado rápido me topé con un grupo de idiotas moptorizados que iban en grupo tranquilamente ocupando toda la calzada. Frené y dí un volantazo para no llevármelos por delante. Coincidió con un pequeño badén en la carretera. Perdí completamente el control de mi renault 5 que se puso de culo y dió contra un verjado cuya base era un montículo de tierra, de un campo a la orilla de la carretera. El coche "intentó" dar una vuelta de campana pero el montículo y la verja le devolvieron el equilibrito.

No me pasó nada.
Fue un cosa rara. Es como que sejuntaron un montón de coincidencias para que tuviera el accidente pero al mismo tiempo se juntaron otras para que no me pasara nada, ni a mí ni a nadie (lo del coche tampoco fue grave, el ventilador y la rejilla de refrigeración, los amortiguadores, algo de chapa ...)

A mí tampoco me dio tiempo a que pasara nada por mi cabeza. Eso sí, estuve un tiempo medio deprimido pensando en que podía haber matado a alguno de los chavales o que si alguien hubiera ido en el coche, detrás o al lado, pobablemente le hubiera pasado algo.

Pero no le cogí miedo al coche. Y sigo siendo igual de prudente. de vez en cuando pienso en ese accidente mientras conduzco y alguna vez he levantado el pie del acelerador, un poquito. Pero es que las cosas, si tinen que pasar, pasan.

Y corto ya este comentario tan largo e incoherente que no pienso revisar.

Besicos Mad.

my blue eye dijo...

Yo siempre le he tenido miedo a la velocidad. Cuando decidí aprender a conducir, tenía claro que lo más importante, para mí, era perder parte de ese miedo, porque muchas veces es tan peligroso tener miedo como ser temerario. No suelo ir muy veloz por la carretera, y tengo claro que prefiero coger las curvas tranquilita - y que me pasen los rápidos - antes de embalarme porque sí. No sé de qué manera explicarte que, más o menos, he perdido el miedo a los coches cuando conduzco, aunque me sigue provocando intranquilidad.

Sólo tuve un choque una vez en mi vida, y fue en Estados Unidos de vacaciones con mi madre. Un semáforo funcionaba mal y nos saltamos un cruce, de modo que una camioneta nos golpeó en la puerta trasera. No pasó nada más que el susto, y un dolor tremendo de músculos en los dos días siguientes, como si todo tuviera que recolocarse de nuevo. Pasé miedo, sí. No se me pasó la vida por delante, pero me quedé aturdida en el sentido literal: no supe nada, no quise nada, sólo sentí susto, miedo a que se me rompiera el cuello (por el impacto), tristeza, cansancio.

Dicen que en los coches la gente se siente poderosa, pero yo me siento bastante frágil ahí dentro.

MadRod dijo...

Lux: para que luego digan de la velocidad. Los coches son armatostes mortíferos, incluso yendo seguro, sobrio y tranquilo. Aggg.
Lu: completamente de acuerdo. Me siento como un animalito que no sabe dónde le han metido. Asustado y con unas ganas tremendas de salir, débil, frágil...

Isi dijo...

Como leí en algún sitio una vez, en referencia a ver tu vida en imagenes antes de palmarla..."lo que faltaba, que te murieses viendo una película española".

Yo no he tenido nunca un accidente (miedo me da decirlo, que estas cosas las carga el diablo), pero el coche me da mucho respeto. Antes de tener el carné tenía pánico a conducir, luego se me fué. Es diferente ver las cosas desde el sitio del copiloto y desde el del piloto.

En fin, que yo doy gracias a que no te pasara nada....ea! lo siento, lo he tenido que decir. ;)

Besotes

MadRod dijo...

juajjajajjaj!!! La Isi, siempre poniendo la nota de color. De color negro, pero de color! XD Me ha encantado lo de la película española...
Y gracias por las gracias. Yo también las doy. Pero ésta es la cosa que tenemos los ateos... ¿a quién se las doy? ¿A la providencia? ¿Al destino? ¿A la suerte? ¿A Shiva? XD

Anónimo dijo...

Si eres ateo, ahórrate pensar tanto, no te hace falta.

MadRod dijo...

Y a ti si no te gusta lo que ves, no entres. Precisamente para éso está la restricción de acceso que has tenido que pinchar.

Anónimo dijo...

Creo recordar, que a parte del momento de nacer (moradito y 5 kilos de peso), solo tuve un momento en mi vida en el que estuve cerca de la muerte.

19 años. El primer gran desamor/desilusion. Alcohol. Fin de semana de acampada con amigos. Depresión. Unos cuantos nolotiles. Ronquidos. Y afortunadamente aquí estoy escribiendo y leyendoos. Nunca me alegré mas de estar vivo. Pero al dia siguiente cuando mis amigos se dieron cuenta de lo que había hecho... uff... Tierra tragame¡¡¡

Espero no volver a pasar por algo asi. Gracias a todos.

MadRod dijo...

Pues yo hasta que no publique alguna de mis novelas, no pienso desvelar más. Ni aunque me inviten al programa de Ana Rosa, hala.

Es increíble la cantidad de gente que ha pasado por un momento así, sobre todo en la adolescencia y la juventud. Qué difícil es vivir hasta que te acomodas a ti mismo, leche.

MadRod dijo...

Joder, qué frase tan buena me ha salido XD

Isi dijo...

Yo también tuve momento pastillas....pero no hablaré si no está delante mi abogado o un cheque con muchos ceros a la derecha de un 5 (por ejemplo).

He dicho.

Besitos

MadRod dijo...

Vale. Me apunto a lo del cheque.

Isi dijo...

Que jodío....que mala es la envidia, coñe!

Bueno, quien llama al "donde estás corazón"???, lo mismo si vamos los dos...no?????

Besos obesos!

MadRod dijo...

uys, será egoista, la tía? Hija, hay que compartir los bienes que uno tiene!!! Materiales y... bueno, también los otros! :)
Yo no voy a dónde estás corazón, ni por... ni por... ¡ni por un potosí, fíjate lo que te digo! XD

Jose dijo...

Nunca he tenido ganas de suicidarme. Bueno, hace poco, pero por otras historias, pero nunca he hecho intentona... no se, creo que en definitiva soy fuerte y puedo con eso, y se que merezco la pena pese a lo que me rodea.

MadRod dijo...

Bueno, no hablaba necesariamente de suicidios, pero tú ya contaste tu experiencia en tu blog. Creo que todos somos bastante más fuertes de lo que nosotros mismos creemos, y que por lo general valemos la pena mucho más de lo que nos quieren hacer creer.
Ole.