sábado, 31 de enero de 2009

De amor y sexo (y otras sandeces), 7

PAREJAS, 3: "EL TIEMPO COMPARTIDO"

Julián se dejó caer en el sofá, casi encima de su marido.
- ¿Qué estás viendo?
- Supervivientes.
- Agg – Julián puso los ojos en blanco - ¿Cómo es posible que te pilles con todas esas basuras?
Pedro le miró con cara de circunstancias. Nunca les gustaba lo mismo, y se pasaban la vida peleándose por el mando a distancia.
- Pues no lo sé, cariño. El morbo de ver cómo se sacan los ojos los unos a los otros.
- ¿Y si ponemos una peli?
- Joder, nos van a hacer socios honoríficos de Dreamworks.
- Bueno, bueno, era una idea... Vemos a los canijos mentales estos.
Observaron durante un rato cómo toda esa gente comía cosas raras y lavaba su ropa interior sólo con agua de mar. A la una y cuarto, Julián abrió un ojo. Pedro roncaba, con la cabeza sobre su hombro. Le dio un suave codazo. Pedro gruñó y se desperezó.
- ¿Ves? No sé para qué vemos esto. Te has quedado frito. Como un tronco.
- Ya, y me vas a decir que tú no.
- Yo también, pero con una peli no me habría traspuesto. La habría disfrutado.
- Uhmm, qué pesado eres.
Julián le miró fijamente. Le acarició la cara. Después el cuello. Le apartó el flequillo. Le besó los párpados. Le sonrió con los ojos.
- ¿Nos vamos a la cama?
Pedro volvió a gruñir.
- Venga, estoy molido.
Mientras Julián se lavaba los dientes, Pedro le abrazó por detrás, apoyando la cabeza en su espalda.
- Mañana vemos una peli, ¿vale?
- ¿Ballada? ¿Do habíabo guedado gon Adbando?
- ¡Ay, no! ¡Cariño, por favor, no quiero ir!
- ¿Por qué no? – Julián escupió dentífrico y se enjuagó.
- Pff, tío, es Armando, y mañana en el Querelle es noche de calzoncillos.
- Uff, joder – dijo, mientras se recortaba los pelillos de la nariz.
- Mañana le llamo a la oficina y le digo que estás en la cama con fiebre.
- Si, mejor. A mí tampoco me apetece nada – se dio la vuelta, con Pedro aún abrazado a él.
- Genial, pues eso, nos quedamos en casita y vemos una en blanco y negro.
Julián abrió mucho los ojos.
- Uhmmm... ¿qué quieres de mí?
- ¿Qué voy a querer? ¡Tu cuerpo! – dijo riendo, y succionándole una tetilla.
Julián dejó a Pedro con sus abluciones nocturnas y se fue al dormitorio. Se desnudó y se sentó en la cama con las piernas cruzadas. Le dolían los pies, así que empezó a masajearlos. Pedro entró, apagando la lámpara del techo, se sentó en la cama y le cogió el otro pie.
- ¿Te han hecho daño los zapatos nuevos?
- No, pero he andado un cerro de kilómetros.
Pedro se acercó el pie a la cara y le besó en la planta.
- Nunca entenderé cómo es posible que con tu trabajo y el calzado que usas, los pies ni te suden ni te huelan.
- Pues porque soy un hombre completamente perfecto. ¿No te habías dado cuenta?
- Claro que sí –ronronéo Pedro. Y comenzó a chupar el dedo gordo del pie de su marido como si fuera su polla. Julián se tumbó y comenzó a gemir.
- Joder, para ya, que sabes lo cachondo que me pone.
Pedro alargó una mano y le acarició el pene, ya casi completamente erecto. Se sacó el dedo de la boca.
- Ya lo sé. Y esto –estrujó el pene entre sus dedos- no hace más que confirmarme lo perfecto que eres.
Julián sonrió y volvió a gemir, cerrando los ojos.
- Pedro, no sigas a no ser que estés dispuesto a echar un buen polvo...
Pedro se levantó y se quitó la ropa. Parecía evidente, por su estado, que estaba más que dispuesto. Se tumbó al lado de Julián y le acarició el pecho.
- Dios, me pones cachondísimo... pero son casi las dos.
Julián le volvió a sonreír y le devolvió las caricias.
- La verdad es que estoy muertito...
- Bueno, soñaré que te hago la mamada del siglo.
- Mejor podríamos... –susurró Julián, comenzando a masturbarse despacio. Pedro comenzó también a acariciarse, mirando fijamente la mano de su marido, su pecho subiendo y bajando cada vez más rápido.
- Joder, si. Pajeate... Joder, qué burro me pone verte.
En menos de diez minutos se habían corrido los dos. Apagaron las lamparitas de las mesillas y se hicieron un nudo de brazos y piernas, disfrutando del calor del otro, de la humedad, el olor, la untuosidad del semen mezclado.
- Se me está ocurriendo... –sururró Julián.
- ¿Qué?
- El viernes podríamos irnos por ahí después del curro. Me apetece un día de playita. ¿Te parece?
- Cariño, el sábado tenemos comida familiar.
Julián gruñó y suspiró.
- Joder, es cierto. Se me había olvidado.
Callaron durante un momento.
- ¿Y no nos la podemos saltar?
- Niño, sabes que no. Mamá cumple 80. Si no voy me corta las piernas con las agujas de punto.
De nuevo silencio. Fueron moviéndose poco a poco, centímetro a centímetro, hasta amoldar del todo un cuerpo al otro.
- Si es que no soporto a tu hermano.
Pedro suspiró.
- Yo tampoco, cari, yo tampoco.
Se fueron dejando caer en un sopor lento, suave y templado, notando los calambres con que el cuerpo del otro se iba sumiendo en el sueño. Pedro notó su propio primer ronquido y abrió los ojos, sobresaltado. Muy bajo, susurró:
- ¿Estás ya dormido?
- Nnng.
- Hace mucho que no te pregunto... –dudó.
- ¿Qué?
- ¿Me quieres?
- Mmm, te lo digo todos los días. Te quiero. No sé decirte cuánto, una burrada. Te quiero.
- Y yo a ti. Te quiero.
Julián acercó su cara a la de Pedro, intentando besarle la frente, pero en la oscuridad total de la habitación lo primero que consiguió fue clavarle la barbilla en un ojo. Pedro dejó escapar una risilla y se estiró hasta que sus labios se encontraron.
- Otra cosa.
- ¿Qué?
- Nunca me has dicho por qué.
- ¿Por qué qué?
- ¿Por qué me quieres?
Julián se separó de él y abrió mucho los ojos. A pesar de no ver nada, sentía que se estaban mirando fijamente el uno al otro.
- Cariño, no sé por qué te quiero tanto. ¿Hay razones para querer a una persona?
- Pues claro. Yo sé perfectamente por qué te quiero. Pero llevamos juntos 16 años, y quiero saberlo.
- No sé explicártelo, cariño.
- Inténtalo. En realidad me da igual lo que me digas. Me voy a morir de viejo a tu lado. Pero quiero que me lo digas.
Julián caviló unos minutos. Pensó en las noches tirados en el sofá viendo la tele, en las comidas familiares y los compromisos con los amigos, en los fines de semana en casas rurales delante de una chimenea, o en una playa tranquila tostándose los dos durante horas. Caviló un buen rato, hasta que Pedro notó que el pene de su marido, pegado a su vientre, se endurecía de nuevo. Maulló suavemente:
- Uhm, así que es por esto...
- No seas memo. Claro que no es por esto.
- ¿Ah, no? ¿Entonces?
- Esto es uno de los motivos por los que te deseé y te amé al principio. Y se me ocurren decenas de motivos por los que te he querido durante toda nuestras relación. Pero ahora...
- ¿Ahora qué?
- Pues que ahora sé que jamás me aburriré con nadie como me aburro contigo. Es fantástico.
Esta vez acertó con el beso, pero a diferencia del anterior, Pedro le abrió la boca con los labios y le comió la lengua hasta que él también estuvo empalmado.
- Dios, cómo te quiero –susurró Julián.
Pedro se volvió a amoldar de nuevo a su cuerpo. A los diez minutos, los dos roncaban a pierna suelta.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es dificil definir porque uno esta enamorado. Es querer envejecer con esa persona a tu lado. Y los mejores ratos de aburrimiento, se pasan siempre con esa persona junto a ti. Como dijo alguien...
"Amar es encontrar en la felicidad del otro, tu propia felicidad".
Si. Puede valer. Pero solo el que realmente esta enamorado sabe de que hablamos. .-)

Anónimo dijo...

Es genial. Todo.

Es que me has dejado ... no sé, sin palabras, obviamente ...

Me ha encantado el relato, pero lo mejor, lo mejor de lo mejor, la idea. Me parece de una genialidad tan sencilla ...
En serio nadie ha querido nunca publicarte estos relatos cortos? Lo has intentado por todas las vías posibles?
Si yo fuera editor, los publicaría. Haría un libro de relatos gay-erótico e incluiría los tuyos, sin duda.

Besicos.

MadRod dijo...

Klimmito: tú lo has dicho. Pero ¿de verdad hay gente que nunca se haya sentido enamorada? Pues qué penita, jo.
Lux: gracias mil, hombre. No es que lo haya intentado por todas las vías posibles, pero vamos. Éste libro lo escribí precisamente para un premio de literatura gay que todo el mundo conoce, pero evidentemente, no lo gané. Y para entonces ya estaba tan metido en la escritura de lo siguiente, que pasé de éste... hayquevé... Y la idea, pues una tontería de mi adolescencia, ya ves tú.

Nath dijo...

Soy nueva aquí y he llegado hasta este blog no se como, pero decir que este relato me ha encantado, así que te seguiré la pista.
Saludos.

MadRod dijo...

Muchísimas gracias! Encantado de que te pases cuando quieras, siempre y cuando no te escandalices mucho... ;)