jueves, 2 de abril de 2009

De amor y sexo (y otras sandeces), 21

Nota del autor: lo bueno de Internet es que, como vereis más abajo, por fin hay verdaderos libros interactivos.
---

SABER POPULAR, 5: "NINGÚN TIEMPO PASADO"

- Gracias, gracias a todos. Por dios, no aplaudáis más o tendré un orgasmo espontáneo. Me llamo Mariló. Mariló Real, porque yo lo valgo. Y por favor, hay que pronunciar correctamente: va todo junto, así que se pronuncia con “ere”. Como si fueras a dar un lametón a tu novio donde tú sabes, querida. No “erre”, que es como dar lametones con una Black & Decker. Vamos, que se pronuncia como nos enseñaron de pequeñas. No, querida, a ti no. No te escondas, tú, la osa de la segunda mesa. A ti te enseñaron otra cosa, ¿verdad, moreno? Ya veo, ya. A ti te enseñaron a vocalizar con la boca llena, ¿eh? No se puede tener tanto vello sin haber comido bien de niños... Nene, tú, ¿y a ti qué te pasa en la pierna? ¡Para quieta ya, hombre, que me estás atacando los nervios! Uys, o paras ya o te la corto a taconazos para sacarla de mi campo visual. Total nene, con las canillas que tienes, una más o una menos no se notará. En definitiva, que no me llaméis Señorita Rrreal, porque no responderé. En todo caso, y para acortar, me podéis llamar Mari, como al resto de vuestro amigos. Porque tengo poco de real. Aquí donde me veis, perfecta, soy toda de plástico, como Cher, Barbie y Ana Obregón. Pobre Ana. Ella fue la primera. Para cuando supo que existía la silicona, ella ya estaba llena de poliuretano. Uff, con lo que cuesta mantener esto además. Porque aquí donde me veis, yo era un osazo a los veinticinco. De los de bigotazo, barba cerrada, alfombra en el pecho y caaalva como yo sola. Me mata esto del tercer milenio y la imagen de supermacho camionero. Resulta que ahora que soy una Barbie y me he afeitado hasta las corvas, hala, los osos de moda. Veinticinco años a régimen para parecerme a Nicole Kidman y ahora lo que se lleva es parecerse a Antonio Resines. ¡Qué vida más perra! Y no sabéis lo difícil que es todo esto viniendo, como yo, de Vallecas. Ah, qué tiempos. Tenía tanto bigote que la primera vez que salí de casa con un pelucón me confundieron con una gitana. Tampoco estuvo mal, les saqué las perras leyéndoles las manos. A uno le adiviné que trabajabo duro por los callos que tenía en las manos. Al otro, que se la cascaba duro por los callos de la derecha. Así empezó mi relación con el faranduleo: leyéndole la mano a un pajero. Ya ves tú, así llevo diez años, dándole la mano a hombres que la usan mucho: mi agente, los dueños de los locales donde actúo, los representantes de las discográficas... Uff, todo un mundo de leche..., de mala leche, por supuesto. Porque en cuanto dices que cantas y que te llamas Mariló, todos se la sacan. No, linda, la billetera no. La primera vez siempre es gratis. Te lo digo yo, que voy por el cuarto disco. Y por el cuarto agente, el cuarto productor, la cuarta discográfica... Y en diez años, imagina la de antros que he pisado. Si, nena, si, con los pies y con las rodillas. Bueno, basta ya de gratos recuerdos. Os voy a cantar algo, que para eso habéis pagado. ¿Ah, cómo? ¿Qué no habéis pagado? Vaya, es la última vez que actúo fuera de un estadio...
En cuanto oyó la música, Benito la reconoció. “No puede ser”, pensó, “¿va a cantar a Celine Dion? No puede ser, no llega”.
Observó al muchacho: ojos verdes enormes, fina nariz puntiaguda, labios sensuales. La larga melena pelirroja era suya, nada de pelucas. ¿Cuántos años tendría? ¿Diecisiete? Hijo de puta... Llevaba un top de lamé plateado que llenaba a la perfección; en absoluto parecían unos pechos de pega, aunque tenían que serlo por el tamaño... ¿cómo lo haría para que resultaran tan naturales? Y ese ombligo... esa cinturita sin un átomo de grasa. Una minifalda también plateada de la que colgaban decenas de tiras metálicas, entre las que escapaban unas piernas larguísimas y perfectas sobre las que se veía que llevaba sólo un par de medias de malla. Y unos tacones plateados imposiblemente altos. Esos pies con esos zapatos serían la delicia de cualquier fetichista.
Se mordió con fuerza el labio inferior, hasta que se hizo daño. Él se había quedado calvo hacía tres milenios, tenía que usar faja y cuatro pares de medias cuyo conjunto le cortaba la respiración, y los tacones le destrozaban los pies a los dos minutos de ponérselos.
Le odió tremendamente. Le había dolido en especial la historia de que no había nada real en él. Como mujer, era una muñeca. Nada de plástico, todo real, hermoso, insultante. Y esas tetas postizas... Cabrón.
Y lo peor de todo: estaba cantando a Celine Dion. En directo. Hijo de puta: medio tono por debajo del original. Quizás uno, pero Celine Dion en directo.
Y ahí estaba él. Viejo, cansado, acabado. Llevaba años deseando pasar la antorcha, pero seguían pagándole bien porque hacía reír al público. Pero sobre todo, seguía disfrutándolo. Le gustaba hacer reír, le gustaba sorprender imitando a las famosas, a las reinas de la canción española. Por supuesto, siempre haciendo playback. A lo máximo que podía aspirar con su voz aguardentosa de estibador era a berrear de vez en cuando una Lupe, o alguna copla o fandango con la letra convenientemente cambiada por él.
Bueno, al menos esa niñata nunca tendría su chispa, su simpatía, su saber estar, su gracia. No era graciosa, la niña. Al menos, él no se había reído.
Acabó la canción y la niña dio las gracias cruzando las piernas en una postura imposible y extendiendo grácilmente los brazos. Benito también aplaudió, ya que el resto lo hacía a rabiar. Estaba claro que el público estaba cambiando.
- Bueno, queridos. Con vuestro permiso, me voy a poner cómoda. No aguanto estos tacones...
A Benito se le escapó un “je”. Mariló se acercó al telón trasero, se quitó los zapatos con diez centímetros de tacón y se los dio a una mano que esperaba detrás, que acto seguido le dio otros zapatos, éstos rojos, con doce centímetros de tacón.
- Aah, ahora sí que me encuentro como en casa.
Y dicho esto, se puso a dar vueltas por el escenario como una bailarina de ballet, hasta que estiró un brazo hacia arriba y le dio un golpe al techo del pequeño escenario.
- Vaya, me he roto dos uñas. ¿Veis? Esto tampoco pasa en un estadio. Oh, es toda una experiencia, actuar en un estadio. Sobre todo si lo haces justo después de un partido, con todos esos hooligans sudorosos con las hormonas disparadas. Pero lo mejor es el camerino. Es interesantísimo, con veintidós machorros duchándose a tu lado mientras tú te das tu manita de TitanLux en la jeta. ¿Qué creíais, que todo esto que llevo es L’Oreal? Uff, tendría que vender el piso sólo para taparme el bigote, nena. Qué va. Menos mal que he tenido buenas maestras. Lo del TitanLux es un consejo de mi amiga Marga. Marga Nefástor. Aunque ella como es modelna y va al gimnasio, usa TitanSport. Uh, esperad un momento, que me están haciendo señas... ¿Qué me dices, rey mío?... ¿Que haga qué con el dedo? Bonita, una es elástica, pero no gimnasta. A ver, apaga ese foco, porque así sólo me veo las uñas al trasluz, rey. Así, así mejor. Como no me lo digas por el pinganillo no me entero. Si, señores, soy como una actriz de telenovela venezolana: llevo pinganillo para que me vayan dictando el guión. ¿Qué? ¿Quién? ¡Ay, dios mío, qué gustazo que me estás dando! ¡No! ¡¡No!! ¡Siii! Ay, perdonen ustedes. No es que el pinganillo tenga lengua, es que me estaban dando una noticia increíble para los fans de las transformers. Ya saben ustedes que cuando empecé me llamaban princesa. No, no tiene nada que ver con mi apellido ni mi sangre. Es lo que me susurraba mi primer agente desde detrás. Bueno, el caso es que esta noche tenemos entre nosotros a nuestra verdadera reina. Niño, apunta el foco... Señores y caballeros... ¡Madame Jessica!
Cuando el foco le alumbró la calva, a Benito le dio un tic en un párpado. Estaba seguro de que su calva reflejaba la luz como una bola de espejos refleja un láser en una discoteca. A pesar de todo, hizo un esfuerzo por sonreír. Separó todo lo posible la silla para que su barriga no tirara la mesa y se levantó, saludando con una mano. Mientras tanto, Mariló bajaba del escenario con el micrófono inalámbrico en la mano. Benito le hizo una seña más o menos cordial indicándole que no se le ocurriera acercarse a él, forzando aún más la sonrisa, pero era tarde.
- Señores y caballeros –volvió a berrear Mariló- sigan aplaudiendo a... ¡Miss Jessy DeSolé!
Benito agradeció en lo más profundo que no siguiera usando su primer nombre artístico, Madame Jessica, que ahora sonaba demasiado a fulana vieja. Mariló clavó una rodilla frente a él y agachó teatralmente la cabeza, como esperando que Benito la nombrara caballera. Después se levantó y le plantó dos besos. Siguió aplaudiendo sobre el micrófono. Al lado de aquella cretina, Benito parecía un señor mayor, gordito, calvo y feo. En definitiva, parecía más que nunca exactamente lo que era.
“Maldita niñata hija de puta. Así te tuerzas un tobillo y se te rompa el tacón. O mejor, déjame uno de esos zapatos, que yo sé dónde clavártelo”.
- Señora DeSolé, es todo un honor para mí que haya venido a ver mi humilde espectáculo.
- No seas modesta, Mari, que tú tienes de humilde lo mismo que tienes de virgen.
- ¡Aaah! –exclamó la otra-. Esto es lo que me ha hecho dedicarme a lo que me dedico, queridos, la lengua de esta... ¡ejem!... mujer. ¡Siempre la tiene dispuesta!
- Si, cariño. Es lo bueno de usar la lengua para algo diferente de vez en cuando.
- ¡Oh! Qué bien me conoce...
Mariló abrazó a Benito, momento que éste aprovechó para susurrarle:
- O cortas el rollo o te corto las piernas, nena.
Mariló se separó de él pero sin deshacer el abrazo, dejándole las tetas postizas a la altura de la nariz. Sonrió toda boca y también susurró:
- O me sigues el rollo o vas a hacer tal ridículo que no vuelves a actuar ni en Albacete... reina.
Al público, que aún aplaudía, aquellos susurros le parecieron unos comentarios íntimos entre amigas del alma.
- Bueno, queridos. Miss Jessy DeSolé me confirma que nos va a cantar algo.
Benito se puso como un palo entre los brazos de aquella víbora. Estuvo a punto de escupirle en un ojo, pero Mariló ya tiraba de él hacia el escenario. Se sentía mareado y le ardían las orejas. Jamás había subido al escenario vestido de Benito. Cuando acabara todo aquello le sacaría los ojos a ese stronzo di merda con una cuchara de palo.
- ¿Con qué nos va a deleitar Madame?
Benito miró al fondo del local, al camarero que hacía las veces de pincha.
- Niño, ¿tienes alguna copla?
Antes de que el muchacho dijera nada, Mariló respondió:
- ¿Copla? Querida, yo no canto nada que cantara mi abuela.
Benito la miró con fuego en los ojos. Tragó saliva, se aclaró la garganta, y comenzó a cantar a capella. Hacía al menos veinte años que no cantaba en serio. Ni siquiera en su casa: le daba una pena tremenda comprobar cómo había ido perdiendo la voz, cómo se había transformado de una tonadillera decente en un machirulo ronco y sin potencia.
Pero su corazón latía como hacía tiempo que no lo notaba. Cantó toda la canción mirando fijamente a Mariló, que hacía gestos orgásmicos, haciendo como que aquel enorme insulto oral le encantaba:



Rata inmunda, animal rastrero,
escoria de la vida, adefesio mal hecho,
infra-humano, espectro del infierno,
maldita sabandija, cuánto daño me has hecho.
Alimaña, culebra ponzoñosa,
desecho de la vida, te odio y te desprecio,
rata de dos patas, te estoy hablando a ti,
porque un bicho rastrero, aun siendo el más maldito
comparado contigo se queda muy chiquito.
Maldita sanguijuela, maldita cucaracha
que infectas donde picas, que hieres y que matas
alimaña, culebra ponzoñosa,
desecho de la vida, te odio y te desprecio,
rata de dos patas, te estoy hablando a ti,
porque un bicho rastrero, aun siendo el más maldito
comparado contigo se queda muy chiquito.
¿ME ESTAS OYENDO, INÚTIL? HIENA DEL INFIERNO,
¡CUÁNTO TE ODIO Y TE DESPRECIO!
Maldita sanguijuela, maldita cucaracha,
que infectas donde picas, que hieres y que matas
alimaña, culebra ponzoñosa,
deshecho de la vida, te odio y te desprecio.
rata de dos patas, te estoy hablando a ti
porque un bicho rastrero, aun siendo el más maldito
comparado contigo se queda muy chiquito.

Cantó y cantó, con todo el sentimiento del mundo, delante de un público entregado que reía, rugía y aplaudía encantado con la situación.
Cuando terminó, toda aquella gente aplaudió como hacía muchísimos años que no le aplaudían. Se levantaban, le gritaban “brava”, “reina”. Mariló aplaudía detrás de él, aparentemente encantada. Después de dar las gracias, le pasó el micro y bajó de la tarima. Mientras algunos de los espectadores le felicitaban o le daban la mano o un par de besos, Mariló reclamó su atención desde el escenario.
- Jessica, cariño, tienes que cantar un dúo conmigo en mi próximo disco.
Benito se acercó a su mesa y comenzó a recoger sus cosas, esperando a que la gente se sentara y bajara un poco el volumen de los murmullos. Se colgó su mariconera del hombro, dejó un billete en la mesa y se dirigió con parsimonia hacia la puerta del local, con todo el público mirándole en silencio. Abrió la puerta, se dio la vuelta y gritó bien alto:
- Ni lo sueñes, querida. No tienes caché.
Y soltó la puerta tras él.
En la calle oyó el rugido, las risas, los aplausos, y supo que seguiría en el escenario unos cuántos años más. Aunque sólo fuera por dar por culo a esa cretina.
---
Otra nota del autor: Gracias mil a Paquita la del Barrio por su inestimable y desinteresada contribución.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno. Me he reído un montón. Me ha encantado, jo.
Y me ha vuelto a pasar. Qué buen corto sería, ostiaputajoder.
Es más, con algunos de tus relatos se podría rodar una peli, con escenas de la vida de varios personajes. Sería genial.

Ais dios, últimamente me siento un poco bipolar, no paro de pensar en mil y un proyectos ... total pa ná.

Besicos!

MadRod dijo...

Jo, me sonrojo, legne. :) Y tranquilo con la bipolaridad, que me da a mí que debe transmitirla un virus, o algo... XD
Jopelines, Klimmt y tú sois los únicos que me escriben en los cuentos, con las críticas salvajes y viperinas que esperaba... Snif!

Anónimo dijo...

Críticas??? Vale, prometo esmerarme la próxima vez y sacar mi lado perfeccionista insoportable y repelente ...
Lo prometo.
(pero que sepas que lo pones dificil, jodío)

MadRod dijo...

XD Bueno, la verdad es que a buena hora digo na, cuando prácticamente se ha acabado el tema...