Si tuviera dinero, esta mañana habría salido al Rastro a comprar la esterilla del baño que no tengo desde hace un mes (que a este paso me voy a partir la crisma en la ducha). Habría desayunado en La Mallorquina, que hace 4 meses que no voy. Habría dado un laaargo paseo, y probablemente habría terminado en el Retiro, tomándome el último granizado del año en esa terracita donde el granizado está que te mueres, leyendo el periódico que no recuerdo cuándo fue la última vez que compré. Al volver a casa, me habría pasado por la panadería y habría comprado magdalenas para merendar, en lugar de los biscotes con margarina que pienso tragar ahora. En lugar de calamares congelados, habría comido una buena ensalada fresca. En lugar del domingo que me he pasado tirado en el sofá arrancándome padrastros, habría vivido un poquito más, un día más.
Pero no tengo trabajo, no tengo dinero y no tengo ganas de nada. Así que estos domingos ya no me sientan mal, porque me estoy acostumbrando.
Os habréis fijado que no he dicho nada de irme de viaje, ni de comprar objetos de lujo, ni de comer en un buen restaurante...
El dinero no te da la felicidad, ni se la lleva cuando te falta, aunque el saber popular diga lo contrario. Pero os puedo jurar que hace mucho.
1 comentario:
Cómo te entiendo ...
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