¡Cómo cambian las cosas!
¿Recordais aquella frase que se escuchaba tanto en los veranos de los años 70 y 80, aquello de "Cruz Verde, eficacia probada"? Pues ahora su eficacia, además, respeta al ser humano. A cualquier ser humano:
Éso sí: como siempre, no todo el mundo ve bien el respeto.
LAVERDAD.ES
Respeto
JOSÉ JAVIER ESPARZA/
Publicidad
Habrá bronca con este asunto. La habrá si el anuncio sigue en pantalla, pero también si lo retiran. Yo lo vi en Antena 3, el martes, a las ocho y media de la tarde. Era la publicidad de un producto cosmético; un desodorante, creí entender. Pero la nuez del anuncio no era el producto, sino el discurso: máximo respeto para la homosexualidad, exteriorizada en un beso de dos señoritas. ¿A cuento de qué utilizar eso para un anuncio? Es muy simple: así como la empresa comercial pide «máximo respeto» para la homosexualidad, así su desodorante -nos decían- procura «máximo respeto» a la piel. El anuncio es interesante porque entra de lleno en lo que podríamos llamar publicidad ideológica, un género con gran tradición que aquí, en España, cuenta con notables antecedentes, como aquella sombrerería de los años cuarenta que se publicitaba diciendo: Los rojos no llevan sombrero. Lo de este desodorante es algo más sutil, pero no mucho más. De entrada, nos sumerge en una situación retórica bastante enojosa que podemos resumir así: me piden máximo respeto, pero no lo tienen para conmigo, que estoy viendo la tele en ese "«horario protegido».
¿Y por qué el «respeto» habría de consistir en que respete yo, y no en que me respeten a mí? El otro día leí en un foro de Internet a un señor que estaba muy enfadado conmigo porque yo me había quejado de que en la edición matinal de un programa de zapeo -fue en Telecinco- aparecían escenas de homosexualidad manifiesta. «¿Y qué tiene de malo que los niños lo vean?», decía el indignado ciudadano. La pregunta tiene mucho más interés si le damos la vuelta: «¿Qué tiene de bueno que los niños lo vean?». Esa pregunta nos coloca en la situación de definir qué es bueno y qué no lo es, y aquí entramos en un terreno que nunca ha estado tan sujeto a discusión como en nuestros días. Podemos aceptar la discusión porque eso es mejor (para la convivencia) que no aceptarla, pero lo que se está pidiendo -bajo el imperativo de «máximo respeto»- no es que se acepte la discusión, sino que no se discuta en absoluto. Si yo digo que la «normalización homosexual» me parece mal porque altera el patrón antropológico convencional de reproducción de las sociedades, entonces me llamarán homófobo y reaccionario, y de nada servirá oponer que yo no siento fobia hacia nadie, y que lo que cuestiono no es la homosexualidad (tan «antropológica» como la heterosexualidad), sino su exhibición como modelo de vida. Utilizo la primera persona del singular, pero, evidentemente, no me refiero (sólo) a mí, sino a una porción de la sociedad que sería temerario calificar de minoritaria. Esta porción, ¿no merece «máximo respeto»? ¿Se nos condenará a no usar desodorante?
¡¡¡Y dale con el patrón antropológico convencional de reproducción de las sociedades!!! A propósito de este puto patrón, este señor debería centrarse en las más que preocupantes cifras de esterilidad, tanto masculina como femenina, que sí que pueden llevar a una catástrofe, y no de un 10% de la población que, por cierto, en gran parte está deseando tener hijos. Invito a este señor a que se pase por cualquier página de información sobre curvas poblacionales, y a que se entere de que, al paso que vamos, y aún estériles perdidos, pasaremos de los 6.600.000.000 de personas de este año a los aproximadamente 12.000.000.000 en el 2.050 y a los nada menos que 26.000.000.000 en 2.100. ¿Nos vamos todos a vivir al Vaticano? Si ahora hay gente que pasa hambre, que está apretada, y estamos estrujando hasta la última gota de planeta, imagínese usted si seguimos pariendo a este ritmo. Teniendo en cuenta que el 29% de territorio seco que existe ahora no será tanto para ese año por el calentamiento global y el deshielo de los polos (pobre Nueva York...), resulta que este mínimo 10% de población homosexual le está haciendo un puñetero favor al planeta. Seguro que es uno de esos típicos memos que además piensa que los hijos son de dios y los condones indignos, y que es mejor que en la India y en los países africanos cada familia siga teniendo 10 hijos a los que dar mal -o no poder dar- de comer que sólo uno al que tener en palmitas.
Y no se preocupe usted tanto por los niños: para ellos el sexo -homosexual, heterosexual, manual, mútuo, cualquier sexo- es mucho más natural que para usted. A ellos no les asusta, como a usted. Hasta que gente como usted les educa, los niños no tienen miedo de mostrar sus sentimientos, de querer a quien se les antoja y en la forma en que se les antoja, que éso sí que es lo natural.
Me suena a lo mismo que le pasa a Rajoy con ETA: como no tiene ninguna otra cosa que decir, saca a ETA como culpable hasta de la subida del precio de los calzoncillos de seda china. Señores míos: el hombre tiene dos orejas, dos ojos y una sola boca para escuchar y ver dos veces antes de hablar. ¿Qué significa ésto? Que si no hay nada inteligente que decir, es mejor no hablar.
¿Recordais aquella frase que se escuchaba tanto en los veranos de los años 70 y 80, aquello de "Cruz Verde, eficacia probada"? Pues ahora su eficacia, además, respeta al ser humano. A cualquier ser humano:
Éso sí: como siempre, no todo el mundo ve bien el respeto.
LAVERDAD.ES
Respeto
JOSÉ JAVIER ESPARZA/
Publicidad
Habrá bronca con este asunto. La habrá si el anuncio sigue en pantalla, pero también si lo retiran. Yo lo vi en Antena 3, el martes, a las ocho y media de la tarde. Era la publicidad de un producto cosmético; un desodorante, creí entender. Pero la nuez del anuncio no era el producto, sino el discurso: máximo respeto para la homosexualidad, exteriorizada en un beso de dos señoritas. ¿A cuento de qué utilizar eso para un anuncio? Es muy simple: así como la empresa comercial pide «máximo respeto» para la homosexualidad, así su desodorante -nos decían- procura «máximo respeto» a la piel. El anuncio es interesante porque entra de lleno en lo que podríamos llamar publicidad ideológica, un género con gran tradición que aquí, en España, cuenta con notables antecedentes, como aquella sombrerería de los años cuarenta que se publicitaba diciendo: Los rojos no llevan sombrero. Lo de este desodorante es algo más sutil, pero no mucho más. De entrada, nos sumerge en una situación retórica bastante enojosa que podemos resumir así: me piden máximo respeto, pero no lo tienen para conmigo, que estoy viendo la tele en ese "«horario protegido».
¿Y por qué el «respeto» habría de consistir en que respete yo, y no en que me respeten a mí? El otro día leí en un foro de Internet a un señor que estaba muy enfadado conmigo porque yo me había quejado de que en la edición matinal de un programa de zapeo -fue en Telecinco- aparecían escenas de homosexualidad manifiesta. «¿Y qué tiene de malo que los niños lo vean?», decía el indignado ciudadano. La pregunta tiene mucho más interés si le damos la vuelta: «¿Qué tiene de bueno que los niños lo vean?». Esa pregunta nos coloca en la situación de definir qué es bueno y qué no lo es, y aquí entramos en un terreno que nunca ha estado tan sujeto a discusión como en nuestros días. Podemos aceptar la discusión porque eso es mejor (para la convivencia) que no aceptarla, pero lo que se está pidiendo -bajo el imperativo de «máximo respeto»- no es que se acepte la discusión, sino que no se discuta en absoluto. Si yo digo que la «normalización homosexual» me parece mal porque altera el patrón antropológico convencional de reproducción de las sociedades, entonces me llamarán homófobo y reaccionario, y de nada servirá oponer que yo no siento fobia hacia nadie, y que lo que cuestiono no es la homosexualidad (tan «antropológica» como la heterosexualidad), sino su exhibición como modelo de vida. Utilizo la primera persona del singular, pero, evidentemente, no me refiero (sólo) a mí, sino a una porción de la sociedad que sería temerario calificar de minoritaria. Esta porción, ¿no merece «máximo respeto»? ¿Se nos condenará a no usar desodorante?
¡¡¡Y dale con el patrón antropológico convencional de reproducción de las sociedades!!! A propósito de este puto patrón, este señor debería centrarse en las más que preocupantes cifras de esterilidad, tanto masculina como femenina, que sí que pueden llevar a una catástrofe, y no de un 10% de la población que, por cierto, en gran parte está deseando tener hijos. Invito a este señor a que se pase por cualquier página de información sobre curvas poblacionales, y a que se entere de que, al paso que vamos, y aún estériles perdidos, pasaremos de los 6.600.000.000 de personas de este año a los aproximadamente 12.000.000.000 en el 2.050 y a los nada menos que 26.000.000.000 en 2.100. ¿Nos vamos todos a vivir al Vaticano? Si ahora hay gente que pasa hambre, que está apretada, y estamos estrujando hasta la última gota de planeta, imagínese usted si seguimos pariendo a este ritmo. Teniendo en cuenta que el 29% de territorio seco que existe ahora no será tanto para ese año por el calentamiento global y el deshielo de los polos (pobre Nueva York...), resulta que este mínimo 10% de población homosexual le está haciendo un puñetero favor al planeta. Seguro que es uno de esos típicos memos que además piensa que los hijos son de dios y los condones indignos, y que es mejor que en la India y en los países africanos cada familia siga teniendo 10 hijos a los que dar mal -o no poder dar- de comer que sólo uno al que tener en palmitas.
Y no se preocupe usted tanto por los niños: para ellos el sexo -homosexual, heterosexual, manual, mútuo, cualquier sexo- es mucho más natural que para usted. A ellos no les asusta, como a usted. Hasta que gente como usted les educa, los niños no tienen miedo de mostrar sus sentimientos, de querer a quien se les antoja y en la forma en que se les antoja, que éso sí que es lo natural.
Me suena a lo mismo que le pasa a Rajoy con ETA: como no tiene ninguna otra cosa que decir, saca a ETA como culpable hasta de la subida del precio de los calzoncillos de seda china. Señores míos: el hombre tiene dos orejas, dos ojos y una sola boca para escuchar y ver dos veces antes de hablar. ¿Qué significa ésto? Que si no hay nada inteligente que decir, es mejor no hablar.
2 comentarios:
Tranki MadRod!, somos más que ellos, y lo más importante, tenemos razón!! No es la primera vez que Esparza vomita homofobia y moralina vaticana en sus artículos (recuerdo una crítica de mi serie de tv favorita en su columna)
...Y MadRod, por qué será que todos estos personajes (como Pío Moa), tienen un pasado tan vergonzante??. Esparza fue el fundador de "Proyecto Cultural Aurora". quien tenga curiosidad, que lo mire en wikipedia...
Pues nunca sé qué decir de este tipo de gente... ¿de todo tiene que haber en este viña del... señor?
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